
SINOPSIS: Bella historia que gira en torno a los orígenes de la religión budista. Bertolucci, como suele ser preceptivo en él, presta más atención a los detalles que al fondo, de forma que consigue una producción preciosista, llena de símbolos y colores, pero que falla en la profundidad de varios de sus personajes, como Chris Isaak y Bridget Fonda, quientes tienen unos roles totalmente inverosímiles en cuanto a su comportamiento conforme va avanzando el metraje, lo que deviene en una mediocre interpretación de ambos. La simbología es muy clara, tanto en los colores, amarillos y ocres para representar oriente y azules y blancos para occidente, como en la trama, que trata de equiparar metáforas con la historia del príncipe Sidharta, interpretado de forma poco convincente por Keanu Reeves. Tampoco es muy creíble la nula presencia de barreras idiomáticas entre niños de diferentes países, pero es que Bertolucci se mueve más en una línea didáctica-infantil para tratar de exponer las bases de la religión budista. Al final tenemos una película de hermosa factura, muy agradable de ver y que a pesar de su espeso irrealismo en algunas fases, permite conocer a grandes rasgos la realidad budista sin llegar a convertirse en un aburrido documental. Recomendable.